…y no me refiero solamente a mí o a Diario de un Cazador – Linaje, que también, sino a la red de distribución de la editorial Aladena.
Todo comenzó –por lo que yo sé– con mucha ilusión, ganas de trabajar, y con la promesa de aportar su particular granito de arena al terreno de la edición española –y me atrevería a decir que buena falta le hacía–. Hoy, Aladena continúa con las mismas ganas de contribuir, de mejorar y de alcanzar cuantas más provincias de este país nuestro mejor, sin sacrificar ni un ápice de calidad en el proceso.
Estamos creciendo y aprendiendo juntos, y ya contamos –editorial y autores– con presencia en toda Andalucía. Los libros de Aladena siguen en pleno proceso de expansión y dentro de poco alcanzarán, si todo va bien, Madrid y Cataluña.
Yo, particularmente, me he caracterizado siempre por ser un tipo poco rebelde, pero que siempre ha intentado ser justo. Por ello, lejos de ser pelota, puedo afirmar a día de hoy, que estoy muy satisfecho de haber entrado a formar parte de la casa. ¿Por qué escribo esto? Sencillo. Son muchos los autores noveles que se han puesto en contacto conmigo para que les cuente qué tal es mi experiencia con la editorial y creo que no hay mejor lugar para hacerlo, que éste.
Como muchos sabréis –y otros tantos aún no, pero estáis a puntito de descubrirlo–, comencé muy joven en esto de la literatura. Empecé un par de novelas cuando contaba con once o doce años. Afortunadamente –chascarrillo inevitable–, no llegué a terminar ninguna de las dos. Así, siendo ávido lector y escritor en ciernes, me lancé a conquistar el ámbito profesional relacionado con las letras. Mi intención era clara: conseguir convertirme en escritor. Y es que, escribir, lo que se dice escribir, ya lo hacía, pero dar este primer paso de editar, ya era harina de otro costal. A los dieciocho años terminé mi primera novela –que muy pronto podréis disfrutar de la mano de Aladena –. Y allí que fui buscando con quién editarla. Inocente que era uno por aquél entonces. Imaginad lo que es meterse en un terreno farragoso como es el de la edición de libros sin tener contactos, padrino, ni la más remota idea de por dónde empezar el camino. Digamos que resultó complicado, por ser amable a la hora de expresarlo. Pero uno, que es terco como una mula, no cedió a las presiones internas o externas, y se mantuvo fiel a esa profesión por la que bebía los vientos. Mientras me encontraba con que ningún profesional leía mis manuscritos y, no pocos, me desanimaban en mis esfuerzos, continué escribiendo sin perder jamás la esperanza. Y así nacieron los siguientes libros firmados por un servidor. Hasta cinco llegué a parir durante aquellos años de oscurantismo en los que compartía la labor literaria con otros trabajos con los que poder, al menos, sufragar gastos y continuar mirando adelante, siempre adelante, sin olvidar cada estación que dejaba atrás. Esfuerzo, determinación, paciencia, cierto grado de obstinación, por qué no decirlo, y mucha, muchísima fe, fueron mis mejores armas durante este tiempo. Y hete aquí que, sin comerlo y sin beberlo, por una de esas causalidades –que no casualidades– del destino, me topé con Aladena. Les envié varios manuscritos y, sorpresa, obtuve respuesta. Me habían leído. Aunque sienta vergüenza ajena al decir esto, y sabiendo que se suele dar por hecho, en realidad ser leído por una editorial resulta todo un logro. Y en Aladena no sólo me habían leído, sino que estaban interesados en editarme. Así, firmé mis tres primeros –tres de golpe, sí– contratos de edición. Podéis imaginar también la profunda satisfacción que sentí en aquél momento. Después de tanto darme de cabezazos contra el muro, había resultado que mi testa era considerablemente más dura que la pared. Cosas que pasan.
Y desde entonces hasta ahora. Aquí estamos, a vuestro lado, recogiendo opiniones, agradeciendo vuestra confianza y sintiéndome parte implicada en este proyecto común que llevamos la editorial y servidor.
Aladena es –gracias a las personas en las que se asienta, sin duda alguna– la editorial con la que siempre soñé trabajar. Te implica en el proceso del libro, admite ideas y sugerencias, se preocupa por sus autores y el nivel de agrado de estos. Su editor es cercano y sabe mantener una relación profesional sin descuidar la cercanía humana y personal, tan necesarias ambas dos.
Y no, vuelvo a repetir, no es peloteo. Soy de esa extraña especie que no encuentra reparos en morder la mano que le alimenta si lo considera preciso. Se trata, simple y llanamente, de que me encuentro a gusto. Y eso se nota. Vaya si se nota.
Ha nacido un libro más desde que apareciera Diario de un Cazador – Linaje, y han pasado multitud de cosas. Entrevistas, la presentación de la obra, la feria del libro, el contacto con los lectores, la recolecta de opiniones –que nunca os dejo de agradecer– y tantas otras, de momento –y por fortuna–, todas ellas positivas.
Espero que el testimonio de mi experiencia sirva para ayudar a aquellos autores que me interrogabais sobre el tema.
Seguiré informando puntualmente, como siempre, de todas las novedades que se produzcan, a pesar de que, por mi parte, sigo tremendamente atareado, pero con intención de no dejar el blog, que es mi medio de comunicación esencial con todos vosotros, los lectores.
En breve espero poder hacer algún artículo con algo más de esencia.
Un saludo a todos.
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