Mentecatos e ignorantes

Se puede ser mentecato y se puede ser iletrado, pero cuando se aúnan en combinación ambas características, sucede lo que sucede.

Ejemplo de ello lo tenemos prácticamente (y por desgracia) a diario en el terreno político español y en otros ámbitos, pero últimamente ha brillado con especial magnificencia la decisión de la insigne alcaldía de Barcelona, capitaneada por doña Ada Colau, de cambiar después de setenta años la calle que llevaba el nombre del Almirante Pascual Cervera por el del cómico (no entraré en calificaciones, cada cual que ponga el suyo) Pepe Rubianes, conocido por aquella mítica frase que encerraba el célebre epítome de “la puta España”.

Además de levantar el consecuente cabreo entre la familia y los descendientes del militar, marino y héroe español, y de haberse sucedido todo por una petición de los amigos (el amiguismo llega a todas partes) de Rubianes, la alcaldía tilda de facha al Almirante Cervera, excusa que denota su absoluto desconocimiento de la figura del caballero y de sus muchos logros.

Queridos incultos del ayuntamiento de Barcelona, presten un poquito de atención, especialmente usted, solícita alcaldesa Colau. El Almirante gaditano Pascual Cervera no era un facha, como han aducido ustedes. No hubiera podido serlo aún deseándolo fervorosamente, que dudo que fuera el caso, dado que falleció en 1909, bastantes años antes de que naciera del fascismo (ya no les pido que consulten los libros de Historia, hombre, me conformo con que miren aunque solo sea la Wikipedia).

Por si les hace falta alguna referencia más, les contaré que el Almirante Cervera no solo fue un brillante militar, sino ministro y senador vitalicio de tendencias liberales, reconocido incluso por personas tan cercanas y amantes irredentos del fascismo como Fidel Castro

Se puede ser mentecato y se puede ser iletrado, pero cuando se aúnan en combinación ambas características, sucede lo que sucede.

Ejemplo de ello lo tenemos prácticamente (y por desgracia) a diario en el terreno político español y en otros ámbitos, pero últimamente ha brillado con especial magnificencia la decisión de la insigne alcaldía de Barcelona, capitaneada por doña Ada Colau, de cambiar después de setenta años la calle que llevaba el nombre del Almirante Pascual Cervera por el del cómico (no entraré en calificaciones, cada cual que ponga el suyo) Pepe Rubianes, conocido por aquella mítica frase que encerraba el célebre epítome de “la puta España”.

Además de levantar el consecuente cabreo entre la familia y los descendientes del militar, marino y héroe español, y de haberse sucedido todo por una petición de los amigos (el amiguismo llega a todas partes) de Rubianes, la alcaldía tilda de facha al Almirante Cervera, excusa que denota su absoluto desconocimiento de la figura del caballero y de sus muchos logros.

Queridos incultos del ayuntamiento de Barcelona, presten un poquito de atención, especialmente usted, solícita alcaldesa Colau. El Almirante gaditano Pascual Cervera no era un facha, como han aducido ustedes. No hubiera podido serlo aún deseándolo fervorosamente, que dudo que fuera el caso, dado que falleció en 1909, bastantes años antes de que naciera del fascismo (ya no les pido que consulten los libros de Historia, hombre, me conformo con que miren aunque solo sea la Wikipedia).

Por si les hace falta alguna referencia más, les contaré que el Almirante Cervera no solo fue un brillante militar, sino ministro y senador vitalicio de tendencias liberales, reconocido incluso por personas tan cercanas y amantes irredentos del fascismo como Fidel Castro (léase esto con ironía, por si recaen en el error de no saber leer entre líneas). Es cierto que Cervera perdió una guerra que no podía ganar, facilitando la pérdida de Cuba para España (la puta de Rubianes, ya saben), pero con ello, salvó la honra y más de 2.000 vidas. Cervera, no Rubianes (aclaro por si fuera necesario). El almirante se negó a combatir en mar abierto contra la flota de los EEUU (esos capitalistas pretenciosos que les caen mejor a ustedes que el resto de los españoles), y con ello se ganó la admiración de los vencedores, tanto, que en Cuba (ese paradigma de libertad que ustedes tanto aman) está considerado un héroe nacional y dispone de varios bustos y menciones a lo largo y ancho de toda la isla.

Comprendo que siendo un héroe nacional, a ustedes les incomode la figura del Almirante Cervera, y que prefieran que su calle exhiba con honor y orgullo el nombre del comediante, cuyos logros son, sin duda, mucho mayores que los del almirante.

Enhorabuena por su falta de cultura, por su clara convicción democrática y, sobre todo, por despertar la simpatía del resto de españoles. Sigan así, que seguro que mejorarán las cosas, pero lean, hombres y mujeres de Barcelona, sobre todo lean, que es bueno para el alma y culturiza una barbaridad.

(léase esto con ironía, por si recaen en el error de no saber leer entre líneas). Es cierto que Cervera perdió una guerra que no podía ganar, facilitando la pérdida de Cuba para España (la puta de Rubianes, ya saben), pero con ello, salvó la honra y más de 2.000 vidas. Cervera, no Rubianes (aclaro por si fuera necesario). El almirante se negó a combatir en mar abierto contra la flota de los EEUU (esos capitalistas pretenciosos que les caen mejor a ustedes que el resto de los españoles), y con ello se ganó la admiración de los vencedores, tanto, que en Cuba (ese paradigma de libertad que ustedes tanto aman) está considerado un héroe nacional y dispone de varios bustos y menciones a lo largo y ancho de toda la isla.

Comprendo que siendo un héroe nacional, a ustedes les incomode la figura del Almirante Cervera, y que prefieran que su calle exhiba con honor y orgullo el nombre del comediante, cuyos logros son, sin duda, mucho mayores que los del almirante.

Enhorabuena por su falta de cultura, por su clara convicción democrática y, sobre todo, por despertar la simpatía del resto de españoles. Sigan así, que seguro que mejorarán las cosas, pero lean, hombres y mujeres de Barcelona, sobre todo lean, que es bueno para el alma y culturiza una barbaridad.