Cuando le escribía a la querida Inés diciéndole que no era el momento de prorrogar el Estado de Alarma en España lo hice precisamente por razones como esta y otras, si cabe, incluso más graves. Igual podría haber escrito un “querido Pablo, no era el momento”, pero creo que el concepto quedaba implícitamente expuesto.
Ahora, con el renovado Estado de Alarma, nos encontramos con que la Unión Federal de la Policía denuncia hoy, día doce de mayo, publicamente, que están recibiendo órdenes del Ministerio y de la Delegación de Gobierno para detener, multar e identificar a aquellos ciudadanos que porten o exhiban en sus vehículos o personalmente una bandera de España. Es decir, la bandera de todos los españoles. Aseguran que se están cruzando líneas rojas más propias de un Estado de Excepción y no de un Estado de Alarma.
Al mismo tiempo, un joven es denunciado por poner el himno de España, con entrada de la policía aporreando puertas en el bloque donde tenía su vivienda y con la madre del joven agredida por aquellos que deberían suponer garantía de su defensa.
¡Qué vergüenza para la policía! ¡Qué absoluta vergüenza! Los agentes deberían recordar su juramento.
Líneas rojas dice que se están cruzando el portavoz de la Unión Federal de la Policía, y yo digo más. Esas líneas rojas que atentan directamente contra la libertad de los españoles son propias de una dictadura policial bolivariana, esa que orgásmicamente seduce al vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias.
Nos están comiendo la merienda, amigos, aprovechando que estamos obligadamente callados, encerrados y con una capacidad de reacción mínima. Están eliminando derechos a golpe de BOE sin que los ciudadanos se enteren, porque los mass media (A3Media y Mediaset) están vendidos al servicio del gobierno, primero subvencionados por 15 millones de euros por su supuesta pérdida de publicidad y ahora con 100 millones más en concepto de publicidad institucional. Esto está tomando el cariz de una dictadura nazi, con la policía persiguiendo a los ciudadanos de bien únicamente porque no agradan a los apoltronados en los sillones del poder.
¡Despertad, españoles! ¡Despertad! Porque como decía el poema del pastor alemán luterano Martin Niemöller:
Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada,
porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada,
porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada,
porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí, y no quedó nadie que hablara en mi favor.
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