Lo bueno, si breve, dos veces bueno

Muchos de vosotros me habéis comentado que os quedasteis con ganas de más al leer Diario de un Cazador - Linaje. En opinión de algunas personas, la novela podría haber constado de trescientas páginas por lo menos. Bueno, todo es relativo, pero os aseguro que la extensión no fue elegida al azar, al contrario, cumple una función específica.

Hay algo que jamás me planteo a la hora de escribir un libro y ello es, precisamente, la duración. Cuando me pongo a trabajar voy pariendo ideas y al llegar a la meta es cuando habré concluido, ni antes ni después, sino justo en el momento determinado. No tiene más misterio, me temo. Soy un paseante que no conoce su destino, lo único que sé con seguridad es que, ya sean cuatrocientas páginas o apenas cien, el libro debe durar lo que tiene que durar para que la historia pueda ser contada con más o menos coherencia sin dejar nada importante en el tintero -algo que también es relativo, pero esto es tema de otra nota.

Si bien Diario de un Cazador – Linaje supuso una excepción en tantas cosas que eran casi dogmáticas para un servidor, también lo fue en lo que a extensión se refiere.

El libro está estructurado de una manera que pretende conducir la acción de un modo trepidante, sin conceder tiempo al lector para que se aburra o piense en otras cosas que no sean hacia dónde le lleva la historia. Busqué en todo momento que necesitárais saber más y el ritmo era parte imprescindible de la novela. Sentir que el tiempo se agota consigue que el lector se sitúe en el lugar de la protagonista y viva la acción en primera persona. Quería generar con ello una necesidad que no permitiera dejar de leer hasta no saber cómo terminaba la trama. Por lo que me decís muchos de vosotros, parece que en alguna medida lo he conseguido y no dudo que se trate de un arma de doble filo, porque tanto te metes en la acción que cuando llegas a la última página parece que te despides de un viejo amigo con el que te gustaría pasar más tiempo. Un mal menor (y también un riesgo) que tenía que correr.

Creo firmemente que la efectividad narrativa de Diario de un Cazador - Linaje no sería la misma si hubiese prolongado la acción durante otras ciento cuarenta páginas. Ni que decir tiene que para la propia Aladena y para mí habría resultado más beneficioso. Más páginas, más contenido, más precio, más porcentaje para todos, pero es una trampa que siempre he intentado evitar y que la editorial, como habréis podido observar, tampoco utiliza. Sé de buena tinta que hay compañeros que engordan sus escritos con tal de que alcancen un tamaño mínimo de páginas que resulte tanto más lustroso para todos los implicados en detrimento del lector. Muchas veces, este mínimo imprescindible viene marcado por el sello editorial y, aunque sea reprochable, pienso que hasta podría considerarse comprensible. Mas, no es nuestro caso. Personalmente, creo que resulta más digno y hace gala de una absoluta franqueza contar la historia en el número de páginas necesario, ni una más ni una menos, y creo que Aladena comparte este punto de vista. Por si fuera poco, los que me conocéis o me leéis habitualmente sabéis que tengo facilidad para enrollarme. Para muestra este post. Pero eso no quiere decir que esté dispuesto a introducir paja en mis relatos, algo que, pienso sinceramente, va en detrimento del libro. ¿Quién no ha terminado una novela con la sensación de que podrían haberle contado la historia en la mitad de páginas? Creo que la mayoría de nosotros ha tenido alguna experiencia similar, sobre todo en lo que a casas editoriales con sellos prestigiosos se refiere.

Como decía, mi facilidad para enrollarme me lleva por otros derroteros. Lo que yo quiero tratar en esta nota breve es el hecho de que el libro no es más largo porque habría supuesto un freno para el ritmo trepidante de la acción que conduce el relato. Esa es la explicación.

Claro que hay multitud de pequeñas sub-tramas o argumentos secundarios que podrían ser explotados con mucha más minuciosidad, pero eso habría ido en detrimento del propio arco argumental principal y del ritmo del libro, por tanto, lo deseché.

Espero que ahora algunos de vosotros comprendáis las razones de este autor para ofrecer apenas 161 páginas.

Poco más que decir por el momento. La semana que viene un nuevo artículo. No olvidéis que todas las semanas actualizo el blog para tratar algún tema relativo -o no- a Diario de un Cazador – Linaje.

Y para finalizar una confesión. Os puedo asegurar que me encanta compartir con vosotros esta especie de “versión del director” o “cómo se hizo” el libro. Navegar juntos entre los entresijos que encierra la construcción de una novela y despejar, en la medida de lo posible, las dudas que tenéis sobre la creación literaria. Un auténtico lujo que nos brindó Aladena a través del primer blog y que ahora se perpetúa en la presente web, para que lectores y autor permanezcamos en un estrecho contacto.

Un saludo y feliz semana.

Enviado por Nacho (no verificado) el Mié, 22/04/2009 - 22:33

Bueno, a ver por donde empiezo.
 
En realidad nunca he estado muy de acuerdo con el dicho ese que mencionas en el título del artículo. Yo creo que, como en tantas otras cosas, no conviene generalizar. Habrá cosas que si son breves sean buenas y otras que mejor cuanto más tiempo duren, y si no creeis lo mismo ahí va un ejemplo:
 
Vas a un restaurante de cocina de autor y te ponen un plato enorme, y una minúscula cantidad en el centro. Todo riquísimo, pero en dos cucharadas ya no hay contenido, lo que se dice un placer (el de la comida) breve.
 
Con los libros pasa lo mismo. Cuando una cosa te gusta no es que quieras empacharte, pero si anhelas que dure lo máximo posible. En este sentido es normal que este libro se nos haya hecho un poco corto a algunos. Queríamos más, como el buen gourmet al que le sabe a poco el plato comentado anteriormente, no porque queramos prolongar la vida del libro innecesariamente, sino porque se te hace corto, las 161 páginas pasan muy rápido, quizá por el ritmo trepidante que comentas, pero el hecho es que en mi caso creo que si el libro hubiera sido el doble de largo se me habría hecho como una lectura de un libro la mitad de extenso. Pero la realidad es que las 161 páginas y el ritmo del libro hacen como que el libro fuera de 80.
 
Evidentemente no entraré en disquisiciones editoriales pues conozco más bien poco de ese mundo. Tampoco sé cómo habría transcurrido la acción si el libro hubiera sido más largo, pero que el libro se hace corto, sea por la razón que sea, eso es evidente.
 
Todo esto no quiere decir que no crea que un libro “corto” no tenga sus ventajas, que las tiene, pero no sé, se me ocurre que debería haber alguien que midiera la duración del libro no por el número de páginas que tiene, sino por el tiempo que el lector medio tarda en acabarlo. Algunos nos hemos leído el libro en tres o cuatro viajes de metro, otros en un día de lectura. Si eso no es un libro corto que venga Dios y lo vea.
 
Al menos esta es mi opinión.
 
Hasta pronto

Hola, Nacho:
 
Gracias por tu comentario y perdona por la tardanza en contestarte, pero he tenido un par de semanas complicadas. Vamos, lo que viene siendo normal en mi vida.
 
Ya sabes que soy un firme defensor de la cocina tradicional frente a la “nouvelle cuisine”. Puedo comprender la necesidad de experimentar con los sabores, pero no hay nada que experimentar con las cantidades. Ja, ja, ja…
 
Vale, aceptamos barco. De hecho, jamás negamos la mayor. Es decir, este post no trataba de si el libro era corto o largo, sino de las razones de su extensión. Es obvio que, en los tiempos que corren, un libro de 161 páginas, no es lo habitual.
 
Pero lo realmente importante, lejos de extensiones y demás zarandajas, es que os haya gustado. Y en tu caso, sé que así ha sido.
 
Un abrazo y gracias por escribir.