EL FEMINISMO HA MUERTO, ¡HAIL, FEMINAZISMO!
Sentido común, algo hermoso que parece estar perdiéndose en la distancia, a medida que la sociedad occidental avanza en un proceso de lavado de cerebro y de adoctrinamiento francamente peligroso, cuyo destino se me antoja incierto. Este adoctrinamiento viene fomentado, nuevamente, por los medios de comunicación. El cuarto poder está muy involucrado en ello y aún no acierto a explicarme los motivos que persiguen. De nuevo, es obvio que los políticos se limitan a atender lo que consideran una demanda social con la única finalidad (la única que los políticos siempre persiguen) de ganar votos. Pero lo cierto es que, entre unos y otros, no hacen sino alimentar el horno de la inquina y el odio en un sumario que ya no enfrenta diferencias ideológicas, sino directamente a los dos sexos.
El feminismo fue un movimiento que comenzó hace unas cuantas décadas con la finalidad de equiparar los derechos de las mujeres con los de los hombres (o eso nos hicieron creer). En mi opinión era muy necesario, pues alzaba la voz en asuntos fundamentales como el mismo reconocimiento ante la ley, la igualdad de derechos o la igualdad de deberes (estos últimos se suelen obviar). El feminismo no es, por tanto, intrínsecamente malo, al menos en sus orígenes, porque algunas de esas feministas reales, de esas mujeres (y hombres, que también los hubo) luchadoras que plantaron cara al sistema, abominan de aquello en lo que ha degenerado el movimiento. Y es que, el feminismo ya no es un movimiento justo, sino que se ha radicalizado, convirtiéndose en una corriente de odio hacia todo lo que tiene que ver con el sexo masculino. Eso es lo que muchos han dado en denominar feminazismo.
Voy a ilustrar mis palabras con un sencillo ejemplo. El significado de machismo y feminismo en un diccionario de 1966 y el significado actual según la RAE.
Diccionario Aristos (edición de 1966)
Sorprendentemente, la palabra machismo ni siquiera aparece recogida.
Feminismo: m. Doctrina social que concede a la mujer los mismos derechos que al hombre.
Significación actual de la RAE (Real Academia Española de la Lengua):
Machismo:
1. m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.
2. m. Forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón.
Feminismo:
1. m. Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.
2. m. Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo.
Parece que comienzan las desigualdades y lo hacen, nada más y nada menos, que con el lenguaje, principal vehículo de entendimiento entre seres humanos. Si observamos con atención, nos daremos cuenta de que las connotaciones del significado de la palabra machismo son esencialmente negativas, mientras que las de feminismo son eminentemente positivas.
Esto no es más que el comienzo del bagaje que os propongo hoy, porque estoy convencido de que, detrás de este movimiento "hembrista" se hallan, de nuevo, nuestros amigos perpetradores de la ingeniería social, que tratan de llevar a ciertas culturas por un camino muy concreto. Se me siguen escapando sus objetivos, pero como dije en el anterior artículo, seguro que tienen mucho que ver con el poder, el control y el dinero.
¿Cómo hemos llegado a esto? No voy a escribir un ensayo sobre el nacimiento del feminismo, pero sí tocaré un punto que me parece esencial en la forma de control. La incorporación de la mujer al terreno laboral tiene mucho que ver en este nuevo atentado de ingeniería social. Por si a alguien le quedan dudas, diré que las mujeres han trabajado desde que el mundo es mundo, otro asunto es que pudieran acceder a cualquier puesto o que lo hicieran en las mismas condiciones que un varón de su época (épocas pasadas), que va a ser que no.
Por si a alguien se le ha olvidado o desconoce el dato, diré que la incorporación de la mujer al trabajo estuvo auspiciada en la Edad Moderna por la carencia de hombres tras las dos Guerras Mundiales (los hombres siempre la palman en las guerras, pero eso no le importa a casi nadie. Parece como si fuera nuestra obligación. Ahí las feminazis no se quejan del rol protector del malévolo patriarcado). Pero esto no fue más que una mera excusa que ciertas mentes brillantes supieron aprovechar para conseguir impulsar de manera exacerbada el capitalismo, forrándose en el proceso (no hacía falta esta aclaración, pero ahí queda). ¿Quiénes fueron las mentes pensantes de esta maniobra? Pues tiene un nombre bien conocido: Nicholas Rockefeller. Según Aaron Russo, director de cine y amigo personal de Rockefeller (que era banquero, no lo olvidemos), el propio Nicholas se lo confesó con las siguientes palabras: "Lo hicimos nosotros (el movimiento feminista) a través de la Fundación por dos razones: Una, para sumar la mitad de la población al pago del impuesto sobre la renta y dos, para impedir que los niños se criaran con sus madres y consideraran al Estado como su padre". Una maniobra social que, desde luego, les salió a pedir de boca. No solo logró aumentar el ingreso de impuestos, sino que consiguió encarecer el precio de absolutamente todo cuanto necesita una familia para sobrevivir dignamente. Encareció los alimentos, la vivienda y los (supuestos) privilegios de la sociedad del bienestar, además de crear un estado de desamparo en los menores, pues al obligar a sus madres a trabajar y ausentarse del hogar, lograron fragmentar el núcleo de una de las instituciones más antiguas de la Humanidad: la familia.
Y es que, esto es un juego de roles, amigos, no nos engañemos. Haceos una pregunta o dos. ¿Cuándo un niño quiere protección, a quién se dirige? ¿Y cuando lo que quiere es refugio? No, no confundamos una cosa con la otra. Si un niño se siente amenazado, correrá a buscar a su padre (que ejerce el rol de protector y defensor de la familia), pero si se hiere una rodilla, buscará a su madre para que le dé consuelo y lo reconforte. No es que el niño esté influenciado por la sociedad patriarcal (que os estoy viendo venir, mis estimadas hembristas), sino que los roles fluyen de una manera tan natural como la sangre por nuestras venas. Lo del niño es pura intuición. Si eliminamos la influencia de la madre, que es refugio, educadora, transmisora de valores, correctora y custodia, ¿qué nos queda? Una sociedad de pequeños desubicados y asilvestrados. ¿Habéis mirado a vuestro alrededor últimamente cuando salís a tomar un café a un local, a cenar o cuando os hospedáis en un hotel? Observad el comportamiento de los niños y retrotraeros al tiempo en que vosotros erais pequeños. ¿Os hubieran permitido vuestros padres comportaros como permiten hoy comportarse los actuales y orgullosos progenitores a sus cachorros? Puede parecer una tontería, un detalle nimio, pero es un factor elemental de la ingeniería social. Si eliminamos a la principal transmisora de valores y educadora, tendremos unos niños que serán hojas en blanco, mucho más fáciles de manipular y adoctrinar.
Por tanto, podríamos conjeturar que la incorporación de la mujer al trabajo es el mayor invento machista de la Historia por parte del patriarcado (el sector cabroncete, no el otro).
Bien, incorporamos a la mujer al trabajo, lo que la convierte en independiente económicamente. ¿Es esto malo? No, desde luego. Pero, como todo en esta vida, tiene sus luces y sus sombras. La independencia económica de la mujer consigue que no tengan que comulgar con ruedas de molino por no poder abandonar a su marido (si lo quieren dejar es porque no será un angelito precisamente, hasta ahí estamos de acuerdo), pero también hace que crezca la falta de aguante, la desgana a la hora de pelear por una relación y crea inestabilidad en las parejas. Y no, no es que yo tenga particular interés en que la gente se soporte más de la cuenta, pero tampoco que se tire la toalla a las primeras de cambio me parece algo positivo. Por eso estamos sufriendo más rupturas que en cualquier otro momento de la Historia (ya sé que algunos argumentarán que es precisamente por el primer punto de este párrafo, pero observad vuestro entorno y me decís).
Y de repente… de repente el feminismo ya no trata de buscar la igualdad. De repente el feminismo se radicaliza y comienza a atacar cualquier cosa que tenga que ver con lo masculino. Se convierte en un movimiento supremacista. Si eres hombre, eres culpable hasta que se demuestre lo contrario, mientras que si eres mujer, se te presupone la inocencia. Este… perdón, ¿no estábamos buscando la igualdad? ¿En qué parte del camino se ha perdido el sentido común?
Escribir un artículo como este siendo hombre a buen seguro me va a granjear antipatías, enemistades y algún que otro insulto (cosas que me dan bastante igual, también tengo que decirlo), por eso, precisamente, voy a incluir dos vídeos de mujeres que tienen el valor de decir las cosas claras y el tesón de investigar hasta llegar a cambiar opiniones que consideraban bien cimentadas.
Os dejo el primero, de Yobana Carril, una mujer con dos narices que no duda en decir verdades como puños, aunque puedan molestar a algunas de estas denominadas feminazis. Es corto, pero contundente.
Cuando alguien habla con sentido común, el fanatismo no hace sino guardar silencio. No les queda otra.
La señora Carril tiene mucha razón. Las cifras son tramposas. Cuando se habla de la desigualdad salarial entre hombres y mujeres se miente descaradamente. No quiero decir con esto que no haya desigualdad en casos puntuales, pero no es cierto que una mujer cobre menos que un hombre por realizar el mismo trabajo (al menos, no en los tiempos que corren). ¿Cobra una mujer juez menos que un hombre juez? ¿Cobra una mujer médico menos que un hombre médico? La respuesta es clara y sencilla: no.
Hay una brecha salarial, claro. La hay porque las mujeres están conquistando poco a poco terrenos que no les eran propios hace unos años. Cuando haya la misma cantidad de hombres y mujeres en TODOS los puestos de trabajo, podremos hacer un estudio real sobre la desigualdad salarial, pero sin obviar ciertos aspectos. ¿Existen la misma cantidad de mujeres y hombres ingenieros? ¿Hay más o menos mujeres que hombres en enfermería? ¿Cobra lo mismo un ingeniero que un enfermero? ¡Ay, caramba! Que va a resultar que la desigualdad tiene mucho que ver con el puesto (y su salario) y no con el género de la persona que lo desempeña.
El segundo, es un muy recomendable documental de Cassie Jaye,una joven cineasta que se toma la molestia de rebasar las líneas de sus prejuicios e investiga para llegar a conclusiones interesantísimas sobre el feminismo y la situación de los varones en el mundo actual. Visionadlo antes de que lo borren. Se titula: “La píldora roja” y está en versión original subtitulada.
Podría entrar a analizar el contenido del vídeo, pero creo que se explica solo y queda patente el odio que se está fomentando y despertando por parte de algunos maquinadores contra el sexo masculino.
Estamos llegando a tales extremos que incluso encontramos mujeres capaces de despropósitos verbales como la diputada progresista sueca Barbro Sörman, que ante la oleada de violaciones en su país no duda en asegurar que: “Es normal que los refugiados musulmanes quieran violar a las mujeres suecas, porque es algo cultural en sus países de origen”. Y como no tenía suficiente, añade la buena señora: “Si los hombres suecos violan, lo hacen por elección activa. Es peor que lo hagan los suecos que los refugiados. Los hombres suecos son criados en una sociedad que cree en la igualdad de género y deben cumplir, por lo tanto, con estándares más altos que los inmigrantes” (según declaraciones recogidas de su propia cuenta de Twitter y ampliadas en la publicación Actuall). Y se ha quedado tan ancha. Esto es un claro síntoma de lo que os decía. No solo se ataca a los hombres sino, en concreto, a los hombres heterosexuales, occidentales y blancos. Según el criterio de algunas mujeres, si lo hacen otros hombres, es comprensible. De verdad, ¿no estamos perdiendo el buen juicio?
Esa es la obra de ingeniería social que me preocupa. ¿A dónde quieren conducirnos con esta maniobra? ¿Qué nos aguarda en el horizonte? No lo tengo claro, pero lo que sí tengo bastante claro es que ser hombre, heterosexual, occidental y blanco en los tiempos que corren, es digno de heroísmo.
Seguid pensando por vosotros mismos, evitad la manipulación y romped con lo que intentan implantaros, como han hecho Cassie Jaye o Yobana Carril. Es la única manera de combatir al enemigo, ¿verdad, señor Rockefeller?
La verdad nos hará libres.
P.D.- Como parece que siguen luchando para eliminar el excelente reportaje de Cassie Jaye, os dejo uno de los enlaces que aún funcionan aquí: https://www.documaniatv.com/social/la-pildora-roja-video_c5193e6aa.html
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